hasta siempre rolfi
Por: Mauro Bajder
19 de febrero de 2015
En tiempos de crisis constante, el Rolfi apareció como una caricia en medio de un sinfín de golpes. Lejos de la gloria de otras épocas, el 10 -o el 23- siempre se las ingenió para tranquilizar el caos y hacer de este milenio un lugar menos hostil para el Rojo. A pesar de haber nacido en otro lugar, con el tiempo eligió a Independiente como su casa, como el verdadero club de sus amores.
Su última demostración de gratitud, la de resignar plata aún después de haber sido maltratado por la dirigencia y el cuerpo técnico, grafica a la perfección los momentos agridulces de su idilio con Independiente. Del título del 2002 al desafortunado festejo con la camiseta de River. Del triste descenso a quedarse a ascender cuando todos daban la espalda. De su renovación hace seis meses aceptando la reducción del sueldo a éste injusto pero digno final. Idas y venidas de un fuego que nada ni nadie podrá apagar.
Por si sus logros y el valor sentimental de sus acciones no alcanzaran, las estadísticas también lo respaldan. Con 69 goles en 240 partidos jugados es, por lejos, el máximo goleador del siglo y también el que más veces vistió la Roja en el mismo. Datos fríos que sirven para calentar aún más la historia.
Así, a fuerza de números y gestos imborrables, Montenegro se convirtió en el último ídolo de Independiente. Tanto por los buenos como los malos momentos, será difícil que otro jugador logre forjar semejante relación con el club en lo inmediato. Pese a quien le pese, y más allá de cuán malos hayan sido estos años, Independiente ha dejado ir al jugador más influyente de su historia reciente, al mejor dentro de lo peor.
Ahora, tanto al club como al Rolfi no les quedará otra que escribir su historia separados. Hasta acá llegaron Independiente y Montenegro. Es cierto, la relación terminó, pero aunque el tiempo diga no, nunca morirá este amor. Hasta siempre, Rolfi.
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