la sangre rojo
la sangre rojo
La sangre en el Rojo
22/02/2018
Por: Javier Brizuela
22 de febrero de 2018
Nuevamente, como hace siete años, nos vamos de ese Porto que no fue Alegre sin la Recopa. Otra vez, estamos al día siguiente casi sin dormir y con una mezcla de sensaciones. Son distintas a las de aquella vez, pero también son muchas. La mayor y fundamental diferencia es que en el 2011 sabíamos que ese partido significaba el final de un ciclo que nos había dado una alegría de casualidad. Ahora somos conscientes de que la derrota ante Gremio es, junto al título en el Maracaná, simplemente el comienzo de algo que estuvimos anhelando durante mucho tiempo. Nada más ni nada menos que volver a ser, con todo lo que eso significa.
No somos el equipo que más hinchas tiene, ni el que ocupa mayor espacio en los medios. Somos Independiente, el dueño de la historia más grande. El Rey de Copas, el Orgullo Nacional. Y anoche perdimos una final, por eso tenemos bronca.
Hubo muchos errores, de esos que duelen. Podemos lavar culpas en un Var que hasta el momento llegó al fútbol para traer más problemas que soluciones. Pero lo cierto es que el pase mal dado en el gol de Luan, el codo en la cara de Kannemann y la pierna en alto existieron y son fallas que nos costaron una copa. Los hubo además desde el cuerpo técnico, con armado y cambios discutibles y la decisión de darle el último penal a un delantero que a lo largo de los años falló más de lo que acertó (basta con pensar simplemente en la cara que pusimos todos, porque todos pusimos la misma, al enterarnos quien era el encargado). También es verdad que hubo muchos jugadores que en lo futbolístico no estuvieron a la altura de una final. Quizá suene exagerado, pero los únicos que mantuvieron el nivel del Maracaná fueron Campaña y Domingo. Al uruguayo solo le faltó atajar penales, en los que hubo mucho mérito rival (de hecho rozó dos bien pateados). Y lo del exRiver fue emocionante, desde el juego, pero sobre todas las cosas por la entrega.
Y esa es la palabra clave. Siempre como hinchas lo primero que pedimos es que los jugadores más allá de los errores y el nivel demostrado dejen la vida por la camiseta que tanto amamos. Y ese casillero este plantel lo llena con creces. Puede jugar mejor o peor pero da todo y eso va a transformar la rabia de hoy por no darle otra copa a esa vitrina llega de gloria, en la misma esperanza que teníamos anoche el próximo jueves, cuando comience el sueño de la octava. Eso es lo que hace que el TodoRojo, slogan inventado por un muchacho que, lejos de ser un erudito en marketing, pasado de copas o por desconocimiento no sabía quien era el DT del equipo que estaba yendo a ver, deje de ser solo un hashtag para unirnos en una esperanza. Porque después de mucho tiempo tenemos con qué. Hay fundamentos para creer y soñar. Y un técnico con un plantel que nos hace sentir ese orgullo tan Rojo como nuestro.
Anoche a pesar de la derrota, este equipo como un toro enfrentó las adversidades, aguantó y dejó el corazón y la sangre en el Arena. La misma que invade nuestros ojos hoy, llenos de bronca, pero mucho más de orgullo. Sangre Roja como nuestra camiseta. Y tenemos mucha más para dar.