la usaremos con honor
Por: Christian Alonso
19 de julio de 2019
No hay que ser un erudito para entender que, en materia futbolística, los dorsales se utilizan para diferenciar a los jugadores entre sí. Históricamente designados por la posición en el campo de juego y contemporáneamente por una representatividad numérica o cuestiones relacionadas al afecto, dichos dígitos pueden terminar marcando un antes y un después en la vida de las instituciones deportivas y de los individuos que las representan.
La camiseta número 10 de cualquier equipo de fútbol tiene un valor simbólico difícil de explicar. Ahora bien, cuando se trata de la de Independiente, se hace imposible.
¿Y todo esto por qué? Porque un 25 de enero de 1954 nació en Zárate un tal Ricardo Enrique Bochini, que se ganó un respeto mundial revolucionando el fútbol por completo y logrando nada menos que 14 de los 32 títulos que hoy el Rojo presume en sus vitrinas. Artífice y protagonista de algunas de las epopeyas más emblemáticas del equipo de Avellaneda, nada sería igual después de su retiro en 1991. Absolutamente nada, sobre todo la difícil tarea de reemplazarlo dentro de una cancha.
Daniel Garnero fue el primero en cargar con dicha presión. Ser el "sucesor" del Bocha no era para cualquiera. Y para el Dany, con 22 años, no hubo problema alguno al heredar la histórica 10 de Independiente. De hecho, terminó convirtiéndose en uno de los mejores exponentes del fútbol histórico que practicó el club en sus épocas más doradas con esa mochila a cuestas.
En 1992 sufrió una rotura de ligamentos que lo dejó 8 meses fuera de las canchas y, como era obligatoria la utilización de números del 1 al 11, Gerardo Reinoso fue el improvisado reemplazante momentáneo.
Durante esa lesión que apartó al Dany del fútbol, la Vieja Reinoso, gran talento Rojo de los ´80, aprovechó su retorno al club para usar la camiseta más emblemática de Independiente. Pero su rendimiento no fue el esperado (el equipo tampoco ayudaba demasiado) y Garnero volvió a recuperarla al dejar atrás aquella rotura.
Tras su regreso, se la adueñaría hasta su salida del club (en el medio, lograría el Clausura y la Supercopa ´94 y las Recopa y Supercopa '95, aunque el Zurdo López no lo tenía en cuenta).
La 10 sería suya hasta que se concretase su pase a la Universidad Católica de Chile en 1996, siendo Jorge Burruchaga (había retornado al club en 1995) el nuevo heredero. Ya consagrado como jugador, y con 33 años encima, al Burru no le pesó hacerse cargo de tal responsabilidad y fue una de las piezas claves del recordado equipo de César Luis Menotti en la temporada 96/97.
Nuevamente fue Daniel Garnero quien tomó la 10 del Rojo tras su retorno al club (Burru pasó a usar la 7 hasta finalmente retirarse en 1998).
Así fue que el dorsal más significativo en la historia del club siguió permaneciendo en buenas manos hasta que el Dany se va a jugar al Toros Neza de México luego del Apertura ‘99. Allí fue que un joven Daniel Gastón Montenegro se adueñaría de la camiseta luego de concretarse su llegada a préstamo desde el Olympique de Marsella a préstamo por seis meses a comienzos del 2000. “El Heredero”, así lo calificó una recordada tapa de la revista El Gráfico, sería parte del equipo subcampeón de Enzo Trossero y cerraría su primera etapa en el Rojo al finalizar dicho torneo (su opción de compra era cercana a los USD 14.000.000).
Al finalizar el Clausura, Daniel Garnero retornaba nuevamente a Independiente, pero no sería el encargado de portar el glorioso número en su espalda: Sebastián Rozental, la joven promesa chilena que la rompía en su Selección juvenil y que el Rangers escocés le había comprado a la Universidad Católica, llegó a préstamo a Avellaneda en agosto de ese año. Era muchísima la expectativa que estaba puesta en él; de hecho, su arribo derivó en la acción de sacarle el dorsal número 10 a Garnero para dárselo a él (generando el enojo del Dany). Si bien la ilusión de los hinchas estaba totalmente volcada en él, su estadía en el club fue un verdadero fiasco; uno de los primeros grandes fracasos en materias de transferencias para el club durante el Siglo XXI.
Concluido el chasco de Rozental (y su préstamo por seis meses), la 10 volvería a recaer sobre Garnero en el Clausura 2001 y hasta su retiro, que coincidió con la llegada de Pablo Guiñazú para el Apertura de ese año. El Cholo se hizo cargo de llevar el dorsal encima en un momento muy para el club, donde los resultados comenzaron a ser bastante esquivos y la incertidumbre por verse en la parte baja de la tabla de promedios comenzaba a ser una verdadera mochila.
En el Clausura 2002, la situación institucional sería bastante similar: un caos. Pero la llegada de Federico Insúa, una de las jóvenes promesas del fútbol local que demostraba toda su categoría en Argentinos Juniors cada fin de semana, renovaba la ilusión de todos los hinchas. El Pocho pasó a usar la 10 de un equipo que terminó último en ese torneo, pero que sorprendería a todos en el siguiente logrando el campeonato con Américo Gallego como DT y desplegando un fútbol de alto vuelo en casi todos los partidos del Apertura 2002.
Luego del título, Independiente vuelve a tener otra recaída en el Clausura 2003 (donde había logrado retener a varios de los campeones del año anterior) y Federico Insúa emigra a España, quedándose Damián Manso -flamante incorporación del Rojo- con la histórica 10 a cargo.
Al igual que sus antecesores, el Piojo ilusionaba a los hinchas por su desempeño en su último club (Newell’s). Pero salvo en algunas pocas actuaciones recordadas de ese 2003 o el regreso de Independiente a la Libertadores en 2004 vs. Cienciano, su paso por el club quedaría rápidamente en el olvido. Mucho más aún porque su sucesor fue nuevamente el Pocho Insúa, que regresó del Málaga a mediados de 2004 para volver a enamorar a los fanáticos con su juego.
El equipo de Daniel Bertoni no lo ayudó a destacarse, aunque quedó en la retina la inolvidable actuación ante Boca en el Apertura, donde convirtió dos tantos para dar vuelta el partido y que el Rojo acabe festejando el clásico. Casualmente esta etapa terminó de forma muy polémica: Una fecha antes del final del clausura se hizo la revisión médica en el Xeneize y abandonó el club sin jugar ante Newell’s.
Antes de su salida, la aparición en Primera División de un pequeño gran talento de las inferiores obligaba sin oposición alguna a tener un nuevo heredero: Sergio Agüero, ya con 17 años, se haría cargo (y con creces) de portar la camiseta que alguna vez utilizó Ricardo Bochini (de hecho, al igual que con Benítez, él mismo se la entregó). El Kun, dicho por el propio Bocha, fue uno de los mejores exponentes del Paladar Negro que caracterizó a Independiente en sus paginas más doradas y no tardó en despertar el interés millonario de los clubes europeos para el año 2006. ¿Un dato? Fue el único delantero, propiamente dicho, en utilizar el dorsal hasta la herencia actual del misionero.
La tercera etapa del Rolfi en el club se dio tras la partida de Agüero. Llevó la gloriosa 10 durante tres años hasta que se fue al America de México. A pesar de que el Rojo no peleó títulos, los números de Montenegro fueron muy buenos: anotó 37 tantos en 92 partidos y fue uno de los goleadores del Clausura 2009. Su highlight se dio en el último clásico en la Doble Visera, donde anotó los dos goles del recordado 2-0 a la Academia, rival contra el que casualmente nunca perdió ningún partido.
Al igual que con el Kun e Insúa, la salida del Rolfi derivó en pasarle la 10 a una promesa de las inferiores, Patricio Rodríguez, que además de ser observado bajo la lupa de vestir ese dorsal, debería rendir un difícil examen para demostrar si estaba a la altura de los últimos estandartes que portaron dicha casaca (Agüero, sobre todo). Fue apodado el “nuevo Kun” por su velocidad y habilidad, pero su promesa de buen fútbol comenzó con bombos y platillos en el torneo de verano y fue apagándose lentamente con el correr de los partidos. Tuvo actuaciones memorables, pero en partidos muy alternados en cuestión de tiempo. Fue partícipe del equipo de Antonio Mohamed que logró la Copa Sudamericana 2010, aunque no convirtió goles. Su obra más recordada fue un inolvidable tanto a Olimpo en Bahía Blanca cuando Independiente, que venía de salir último en el Apertura 2010, se olvidaría por una temporada más de los promedios. En 2012 y con Cantero ya como presidente del club, Patito fue vendido al Santos de Brasil en una de las primeras dudosas maniobras dirigenciales de dicha gestión.
Si de maniobras dudosas hablamos, Cristian Díaz era el entrenador improvisado de un Independiente que se jugaba la temporada más drástica de su vida. Y el DT eligió Hernán Fredes, otro jugador surgido en el club, para que porte la 10 en ese complicado momento. Dicha decisión, como la de elegir a Díaz como entrenador, generó amor y odio en los hinchas. Discusiones y peleas en las tribunas calificaron una época nefasta en la que todo era motivo de angustia y desazón, sobre todo ver al club desarmándose en pedazos cada fin de semana. Fredes, incluso, llegó a protagonizar una discusión polémica en la que invitaba a los hinchas a ocupar su lugar en el equipo tras una derrota ante San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro.
Hundido en los promedios, Daniel Montenegro regresaría al club para intentar revertir lo que ya parecía irreversible. El Rolfi volvió a ser el 10 pero el desenlace de la historia es conocido: Independiente perdería la categoría por primera vez en su historia y, en Segunda División, Montenegro sería el usuario de la camiseta en el momento más difícil de la historia, alternando buenas y malas durante la temporada (tuvo un gran primer semestre y se quedó en el segundo, aunque el gol a Instituto en la penúltima fecha terminaría siendo de lo mas recordado del 10 en ese nefasto año).
En el regreso a primera, Montenegro pudo utilizar la 23 que utilizó en el título del Apertura 2002, y el Pocho, al igual que en ese certamen, se calzó la 10. Esta vez no tuvo muchas oportunidades con Jorge Almirón en el banco y, debido a un conflicto con los dirigentes, terminó rescindiendo su contrato antes de finalizar aquel torneo de Transición 2014.
Curiosamente, en el inicio del torneo de Primera división de 2015, el primero de la modalidad de 30 equipos, el Rojo no tenía a ningún jugador con la 10. La partida de Rolfi Montenegro hizo que el plantel no tuviera ningún aspirante serio a la camiseta más pesada. Sin embargo, a mediados del certamen, llegó Cristian Rodríguez. Cebolla tuvo grandes rendimientos pero las lesiones, como en gran parte de su carrera, no lo ayudaron a que quedar en la memoria del hincha como algo positivo. La irregularidad se prolongó en 2016 y terminó yendose ante la llegada de Ariel Holan para 2017.
El nuevo entrenador trajo a un jugador de su riñón y le dio la 10. Walter Erviti, proveniente de Banfield y en el final de su carrera, se hizo cargo de llevar el manto sagrado. Su nivel fue discreto y lo mejor de su paso por el club fue la ascendencia que tuvo en un plantel unido que terminó logrando el título de la Copa Sudamericana en Maracaná. Su mejor partido fue en Lima ante Alianza, por la mencionada competición. A fines de 2017 se peleó con el entrenador y se fue del club.
Con la espalda anchísima por el título, Holan pidió a los cuatro vientos a Fernando Gaibor, destacado jugador ecuatoriano que provino de Emelec y que fue mimado con la camiseta más importante. "Guante" no cumplió las expectativas y tras un año y medio terminó yéndose a préstamo al fútbol de los Emiratos Árabes Unidos.
Tras la salida de Fernando Gaibor, Martín Benítez fue el elegido para portar la 10 a partir de la inminente temporada. Apadrinado desde siempre por Bochini, y habiendo generado opiniones encontradas entre los hinchas, el misionero será el 10 del Rojo desde esta segunda mitad del 2019.
Con exponentes que dieron la nota y otros que quedaron en el olvido, todos estos fueron los herederos de la camiseta número 10 de Independiente tras el retiro de su máximo exponente. ¿Quiénes de ellos la usaron con honor?
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