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Plato principal
23/09/2015
Por: Román Failache
23 de septiembre de 2015
Estadio Tomás Adolfo Ducó. Sábado 5 de septiembre. El sol se acuesta atrás de la popular Guillermo Stabile, e Independiente resiste ante un Huracán que parece decidido a llevárselo por delante. Yo estaba en el sector de prensa -aunque llamarlo así es un galardón absoluto- comiéndome los dedos y disfrutando de los migajas que quedan del Rolfi Montenegro. Nuestro viejo amigo, tan amado por muchos y discutido por otros. Ese día, ni el más crítico podría haber resistido un juicio. La rompió. Sombreros; pases en cortada con una calidad inigualable; tacos. Un show. Me fui gordo de fútbol, mientras barruntaba sobre cuándo vería a alguien con esas características nuevamente con la roja.
No tardó en llegar. Rompiendo prejuicios de moralistas de sillón que lo cuestionaban por calzarse la 10 sin haber pasado un minuto en cancha, el Cebolla Rodríguez es el eslabón que le faltaba a este esquema. Con él inserto, ya no hace falta que Méndez tenga que adelantarse para jugar de enganche, ni que Benítez tenga que romper hacia el centro para generar huecos en la delantera. Mucho menos que Ortiz tenga que relegar su posición natural para adelantarse a crear. Ahora, ese puesto está cubierto.
La dinámica del fútbol europeo lo situó como volante, y fue en la banda izquierda donde rellenó su curriculum vitae. De vuelta en el nuevo continente, en un fútbol más trabado y pausado, y con algunos años más en la espalda, Pellegrino no dudó en ubicarlo como interno. El correr siempre con la cabeza levantada, el tener más vocación ofensiva que defensiva, y el poseer una visión panorámica de las jugadas, llevaron a que Longaniza hiciera lo que cualquier DT: situarlo como enganche.
Treinta minutos con Arsenal le bastaron para generar una murga rioplatense. No se la pudieron sacar nunca, ni trabando ni pegándole, porque esa sangre charrúa es caliente y empuja constantemente para adelante. Impone presencia y solidez, y renueva ilusiones cuando la cosa viene fea.
Con Nueva Chicago, en medio de una defensa que se replegó con mucho oficio, el Cebolla encontró holgura. Asistió a Lucero, combinó con los delanteros permanente y definió el partido a lo guapo, ganando de cabeza en una pelota parada. Un amigo del trabajo una vez me dijo: "Fijate que los tipos con personalidad, a la hora de cabecear, ganan siempre, sin importar su estatura". Un abanico de recursos bajo la manga, característico de un líder nato.
Una de las grandes carencias de este plantel, sino la más, era la de un referente. Con las bajas de Mancuello y del Torito Rodríguez, se sintió la falta de alguien que agarre las papas cuando más quemaran. Por si fuera poco, el Cebolla también mostró sus credenciales para esta vacante. Es el primero al que sus compañeros divisan para descargar, y él se ofrece como opción, siempre y cuando su físico se lo permite. Pellegrino, ni lerdo ni perezoso, sabe de esto y le brinda un espaldarazo anímico: "Me sorprendió arrancar de titular" manifestó el Cebolla en conferencia, dos días después de la victoria frente al conjunto de Mataderos.
Hoy se viene un duelo durísimo. Los grandes de América nunca deben ser subestimados, y menos en este contexto: Olimpia llega primero en su liga, y con el Chiqui Arce a la cabeza. Una prueba a hierro caliente, que Independiente debe superar si quiere mantener la esperanza. Pero ojo. Nada de guarnición: esta Cebolla es plato principal y parece que arranca de titular. Y vaya si sabe de instancias decisivas. 17 títulos en su activo. Por más que sean 180 minutos, los 90 de hoy son a matar o morir. Este asunto, Cebolla, está ahora y para siempre en tus manos.