que hacemos despues de enojarnos

que hacemos despues de enojarnos

¿Qué hacemos después de enojarnos?

Por: Pedro Molina
17 de abril de 2013

(COLUMNA DE OPINIÓN) Últimamente se ha instalado que los responsables de la situación de Independiente “somos los socios”. Y que por una cuestión de autocrítica, o falsa modestia, debemos involucrarnos en la culpabilidad de lo que ocurre desde el campo de juego. Si bien los jugadores son los que definen, los que no están preparados en lo físico ni en lo anímico, -entre otros factores- desde afuera también colaboramos con la locura. Desde el punto de vista lógico, Cantero hizo casi todo bien en lo futbolístico. Contrató a jugadores experimentados que teóricamente estaban preparados; a Leguizamón, el jugador que querían todos; le renovó a Farías, que tiene centenares de goles en Primera; y trajo a Gallego, el salvador. Sin embargo, saliendo de lo teórico y yendo a lo práctico, la gestión futbolística de Cantero es pésima. No sólo porque no pudo revertir lo hecho por Comparada y sus secuaces, sino porque Independiente lleva siete triunfos en un año, por nombrar un ejemplo claro de la debacle. Si sus decisiones fueran un casino, Cantero jugó fuerte y perdió todo. Ahora, con las últimas fichas le puso un pleno a Brindisi para evitar la bancarrota y acertar por primera vez desde su asunción. Mientras tanto, y como por las dudas, algunos desmemoriados piden su renuncia. La problemática pasa por la falta de visión a largo plazo. Del presidente y del hincha. En primer lugar, el presidente, por lo dicho anteriormente y por encontrarse totalmente desnudo y no saber a qué apuntar. Un hombre como Falcioni que hace un año y medio “no iba con su identidad” pasó a ser el plan A. En segundo lugar, parte de los hinchas por el “váyanse todos” como grito de guerra sin fundamento. Desesperados por ver que la pelota no entraba pidieron la renuncia de Gallego. Acá tienen, cráneos. Hoy, estamos en la incertidumbre más grande de la historia. La campaña de Gallego fue mala: 24 puntos en 24 partidos jugados. Pero, ¿a dónde vamos ahora? ¿Brindisi es mejor que el Tolo? ¿Cómo repercute en el plantel? ¿Nos salvamos del descenso sólo por cambiar de cara en el banco? NO. Al contrario, el barco tiene un capitán que recién se sube. En una semana, o en dos, o en tres van a ir directamente por la de Cantero. ¿Y si renuncia qué vamos a hacer? ¿Vamos a llamar a Nakis? ¿A Comparada? ¿O vamos a pedir un torneo de 40 equipos? No hay un plan, no hay una idea, nos enojamos y pedimos cambios como si todo fuera por arte de magia. Independiente está por descender y pedimos volantazos milagrosos. No tenemos perdón de Dios. Nos sumamos a la acefalía con nerviosismo y colaborando para generar aún más nervios. Si Brindisi evita el descenso habrá que hacerle una estatua: por animarse a asumir y porque tiene todas las de perder. Hay que pensar antes de armar un escándalo. ¿Qué vamos a hacer diez fechas antes de que termine el torneo si 25 energúmenos entran al vestuario y matan a golpes a nuestros jugadores? ¿Qué queremos? ¿Qué ganamos? Por suerte la policía lo evitó. ¿Cómo puede ser que periodistas digan que “los jugadores no dieron la cara al salir” cuando si lo hacían podían ser golpeados? ¿Acaso en qué pensamos? Terminamos imitando la visión cortoplacista del presidente, al que muchos se cansan de criticar. Creemos que romper todo hoy, nos va a dar treinta puntos extra mañana. Está bien, a los responsables hay que apuntarlos. Es imposible no descargar la bronca ni sentir tristeza. Pero todo tiene un límite y no hay que olvidarse de la causa primera: mantener a Independiente en donde debe estar. Ferreyra, Farías, Caicedo, Leguizamón, Fredes tal vez no están a la altura, pero ¿qué quieren? ¿Echarlos? ¿Y después de echarlos qué hacemos? Peor aún son los que usan al club como pantalla de sus propios intereses: los amiguismos, las campañas de prensa y festejos encubiertos para decir “vieronquéteníanrazón” priman en muchos y desvían el camino. Así pasaron las movidas por gente sin jerarquía, la autopostulación del Profe Córdoba, el ego de Trossero y Jesucristo Monzón, entre tantos chascos. ¿Acaso son mejores que Gallego? ¿Brindisi representa el deseo de la dirigencia o es "el menos peor"? A esta altura, el empate con Unión pasó a ser un triunfo. Cada hecho que se desarrolló después fue caer un poco más bajo. Y la pelota ni rodó. Renuncia, nombres sin jerarquía, internas, negativas. No hay un plan, no hay variantes, apenas hay un entrenador recién llegado. En Independiente reina la desazón. El río empezó a correr fuerte y nos estamos yendo. Ya no podemos preguntarnos qué queremos hacer, sino que estamos en las manos de esa corriente que uno espera que se pueda corregir. Nosotros, los hinchas, que viajamos, llenamos canchas, hicimos banderazos, compramos bonos, apoyamos hasta donde pudimos, nos dimos cuenta que la salvación no pasa por nuestro esfuerzo. No somos los culpables ni los salvadores. Pero no alimentemos al monstruo. No le demos de comer al espanto. Y antes de enojarnos hoy, pensemos en cómo lo solucionaremos mañana.
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