ilusion y realidad
ilusion y realidad
Ilusión y realidad
11/05/2015
Por: Juan Manuel Colomer
11 de mayo de 2015
Reconocer la realidad, aceptarla, asumirla y enfrentarla, es doloroso. Pero al mismo tiempo es aliviador. Nos saca peso de encima y nos permite trascender mejor los momentos que están muy lejos de parecerse a lo que deseamos. Los últimos partidos de Independiente me sirvieron para eso. La necesidad, las ganas, el deseo, me habían llevado a esperar algo muy bueno para este campeonato. La primera pretemporada de Almirón luego de su buena cosecha de puntos en su primer torneo y varios partidos de un nivel inesperado, alimentaban el sueño. La llegada de algunos apellidos que prometían y la consolidación de los que estaban, cerraban el círculo y solo era cuestión de que el goce, por fin, llegara.
No se hicieron esperar los goles de Albertengo. Tampoco las actuaciones del Torito Rodríguez que me hacían pensar hasta dónde debía retroceder para encontrar un volante central tan digno para esta camiseta como el uruguayo que venía de Godoy Cruz. La cosa parecía encaminarse y la ilusión y la realidad parecían encontrarse en la intersección de Alsina y Bochini.
Pero la ilusión se me escurrió entre los dedos y la realidad se mostró en carne viva, a flor de piel y con toda la crudeza posible. Las millonadas que se pagaron por los refuerzos no eran espejo de lo que estos mostraban donde se ven los pingos. Resulta que Toledo y Tagliafico no son los de Banfield. O tal vez jugar en Banfield no sea jugar en Independiente. Seguimos necesitando comprobar empíricamente que jugadores que son suplentes en Estudiantes y Rosario Central no pueden venir como refuerzos a este Club. En los últimos 15 años debe haber no menos de 30 ejemplos que me avalan.
La realidad también trajo malas noticias. Porque lo poco bueno que se incorpora se pierde por lesión y, lo que es peor, resulta literalmente irremplazable. El líder y capitán del equipo vuelve averiado física y mentalmente de su paso por la selección y es inevitable no sufrirlo. Mancuello siente la misma impotencia que sentimos nosotros en la tribuna, solo que él está a mil revoluciones por segundo adentro de la cancha. No lo justifico ni lo defiendo, solo trato de entenderlo.
Acá el realismo no es mágico como el de García Márquez. Acá el realismo es maléfico. Y entonces nos damos cuenta de que Toledo, aún sin ser el del Taladro, juega porque atrás de él está Breitenbruch. Y que el juvenil juega ante la lesión del exBanfield porque atrás de él está Zárate. Y así sucesivamente. Lo mismo para Pizzini y Benítez. Dos juveniles ya probados durante varios años, en diferentes situaciones y con diferentes técnicos. Jugadores siempre a punto de explotar y evolucionar. Siempre a punto. Que son titulares por deficiencias de otros y no por méritos propios. Están ahí porque quienes vinieron a ocupar sus lugares (Valencia y Graciani, por caso) demostraron mucho menos que ellos.
En este Independiente la realidad nos golpea en la cara cuando no hay un solo jugador en el banco de suplentes capaz de cambiar algo cuando de adentro se pide a gritos una modificación. Por eso sale Pizzini y entra Lucero y no cambia nada. O, lo que es peor, la semana pasada sale Benítez y entra Bellocq con la mala fortuna (ayudada por la falta de concepto y concentración) de convertir el gol en contra.
Todos los focos le apuntan a Almirón. Es lógico, es más fácil reducir todas las culpas a uno sola persona que bifurcarlas. Yo desde este lugar hace rato que, marcando los errores que pueda tener, sostengo el trabajo del técnico. Rescato y valoro su propuesta aun sabiendo que no tiene los mejores intérpretes para tocar la música que quiere tocar. Muchas veces me pregunto si no será ese el peor de los pecados de Almirón. Sus convicciones y sus ideas lo llevan a jugar con un equipo agresivo, con dos delanteros como volantes externos, dos volantes centrales con más juego que marca, presionando en campo rival, priorizando el juego por abajo y siendo protagonista en cualquier cancha. No se puede ir contra las convicciones. Ni en el fútbol ni en la vida. En ese punto también tiene mis respetos.
¿Juega mal el Independiente de Almirón? ¿O el problema es que no gana? Si jugando como jugó en promedio la mayoría de los partidos tuviera 10 puntos más (muchos de esos los merece), ¿se hablaría tanto de Almirón? ¿Se pediría exageradamente su cabeza semana a semana? Todos los gustos son respetables. El error creo que es evaluar absolutamente todo por los resultados. Para bien o para mal. Hay que hacer una análisis más global de la situación. Más real. La realidad nos obliga a poner el foco en los jugadores con los que cuenta. Los que juegan, los que jugaron y los que jugarán. Alguno dirá que a los que llegaron “los pidió Almirón”. Algunos me consta que sí, otros sabemos que no es así. Con algunos acertó de muy buena manera (Cuesta y Torito, son dos apuestas de él) y con otros erró.
En estos dos últimos partidos se ve muy claro como los que deciden la suerte de un equipo son los jugadores. La propuesta de Independiente hace que los que juegan cuenten con no menos de 10 situaciones por partido que, por su falta de inteligencia y jerarquía para definir, nos terminan costando puntos. Jugadores que no solo no saben ganar partidos sino que además son expertos en perderlos. En la mayoría, se empezó ganando. Ese dato, que parece decir poco, en realidad nos está diciendo mucho. Un cambio de entrenador no va a solucionar los problemas de fondo. Va a generar la ilusión que siempre supone un nuevo técnico en jugadores e hinchas, pero lo importante seguirá estando ahí. Y así nos fue en el último tiempo cambiando entrenadores sin solucionar los problemas reales.
La ilusión de volver a tener un Independiente protagonista y ganador se nos va a escurrir entre los dedos mientras la realidad sea la de seguir trayendo jugadores de relleno que sean incorporaciones y no refuerzos. Y que los juveniles que debuten en Primera lo hagan justamente por las malas decisiones de los mercados de pases. En la mayoría de los partidos del mundo, sobre todo en equipos grandes, ganan los que tienen la perfecta combinación de jerarquía y personalidad. Hace rato que no tenemos un equipo conformado con ambas cosas.
Se necesita volver a incorporar jugadores que su techo no sea Independiente como lo es hoy para la mayoría de este plantel. Se necesita jugadores que tengan más para dar. Se necesita un trabajo profundo en inferiores para que los que lleguen a Primera lo hagan por mérito y capacidad, no para cubrir el lugar que dejó vacío una mala incorporación. Pero claro, ese trabajo no da resultados a corto plazo y la realidad es urgente. Y, como bien decía Mafalda, lo urgente no deja tiempo para lo importante.