Que ya de B no tiene nada. Desde los huevos de Tagliafico, con esa vincha poseída por Penco; hasta Lucero, que ahora luce corte de pelo de jugador de fútbol y, de paso, actitud de jugador de fútbol. Increíble. El sector charrúa también: uno, que se come la cancha como asado en Juan Lacaze, otro, que si el Ruso anda distraído, te para los goles con LO QUE SEA; y el goleador, yo creo que va a lograr que toda una generación de diablitos quieran ponerse ortodoncia para verse como él cuando festeja. El domingo, mientras todo el mundo miraba atontado a cómo la luna se iba poniendo cada vez más negra, para después de repente verse roja, radiante; nosotros, en Lanús, locales otra vez, mirábamos nuestro propio eclipse. No se ganaron los tres puntos, pero se ganó una tranquilidad totalmente nueva. Pellegrino paró un "Independiente B" (con algunos del primer equipo, sí, pero el conjunto es segunda opción) que se bancó (salvo algunas excepciones) la titularidad. Fue protagonista. No dio terror como esa formación que hace algunas fechas aburrió en San Juan. Y ni cerca, por ejemplo, cabe mencionarlo, de la impotencia de los once "suplentes" que hace MENOS DE UN AÑO no podían ganarle a Alianza de Coronel Moldes. A lo lejos y a lo cerca: hay una transformación. Y eso que todavía no volvió, porque se está recuperando, la gran figura de este ciclo. (El Roña Aquino, por supuesto). Mauricio Pellegrino es una incógnita constante. A veces acertado, a veces torpe, a veces se arriesga en individualidades que no se explican. Pero que hay un cambio de "estado de ánimo", como ya muchas veces dijimos, eso es seguro. Y si lo que está dirigiendo a Independiente ahora, es un estado de ánimo: bienvenido sea. Todo es mejor a que nos dirija la suerte. El Independiente del domingo, al que le dicen "Independiente B", ya no asusta. Se abrió el espectro de posibilidades a las que apostar. Son más los que se bancan el protagonismo. Y sí, claro que cuando digo "Independiente B", lo uso también como metáfora. Porque Independiente por fin se está portando como un equipo; no, como un club; que nunca se fue a ningún lado. Que sigue acá, arriba entre los locales. Y que puede volver airoso a reclamar su trono de América. La luna esa que un día se puso cada vez más negra, de repente, se está despertando roja, radiante. En Paraguay tenemos otra vuelta para demostrarlo.